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Fútbol Internacional

Los calendarios e ingresos por televisión agudizan crisis del COVID-19 en el deporte

(Guayaquil, 29/03/2020).- El día después de superar la crisis del coronavirus se espera en el mundo del deporte con un sentimiento en el que, evidentemente, se mezclan la esperanza y el alivio, pero también el temor. El temor se debe a que ese día llegará el momento de hacer cuentas, de ver cuánto dinero se ha perdido o ha dejado de ganar una industria globalizada que, hasta ahora, ha estado en permanente expansión.

Esta globalización acarrea además el problema añadido de que el mundo del deporte, en su vertiente económica, sufrirá la crisis del coronavirus desde el primer día hasta un último que, realmente, aún no puede vislumbrarse. Porque para que el deporte recupere su ritmo la pandemia debe estar totalmente controlada en todos los ámbitos geográficos: que el fútbol pueda jugarse en Europa arreglaría una parte del problema. Pero en un mundo interconectado, que en América no pueda hacerlo o que en Estados Unidos no puedan arrancar la NBA o -atención- la NFL provocaría un efecto dominó de consecuencias.

Los calendarios, como fruto de esa expansión señalada, están sumamente sobrecargados y si su encaje es difícil en condiciones normales, no digamos en las actuales circunstancias. El negocio del deporte se apoya en la actualidad prácticamente en un único pilar: el de los derechos televisivos.

Las Ligas de Estados Unidos, también en el alero

Las competiciones profesionales de Estados Unidos, tradicionalmente las más sólidas y modelo para el resto, se encuentran también en una encrucijada. Por el momento la revista Forbes cifra sus pérdidas en 5.000 millones de dólares, que llegarían a 10.000 si la actividad no se retoma hasta julio. Hoy en día la situación en EE.UU. dista de estar controlada… y en septiembre empezaría la NFL, la liga más importante.

Que, en el momento en que las competiciones puedan reanudarse, una competición ‘reclame’ algún tipo de preferencia daría lugar a una serie de problemas difícilmente resolubles y seguramente resueltos en tribunales: las grandes competiciones internacionales pueden reclamar derechos, pero las competiciones profesionales de ámbito local también cuentan con sus propios contratos y derechos, de los que de depende su supervivencia. Dicho de otro modo, la Eurocopa de fútbol no puede anular las competiciones locales… de las que deben salir sus participantes.

Esta es una de las razones por las que las competiciones con formato de liga de clubes van a esperar hasta el último momento posible antes de tomar decisiones. Otro efecto de esta circunstancia lo encontramos en los mismos Juegos Olímpicos: sus fechas de celebración y las de la NBA -y la posibilidad de que en Tokio no haya un dream team- pueden incidir muy directamente en la audiencia de uno y otro y por tanto en la rentabilidad de unos derechos de televisión ya pagados. Es bastante previsible que esta rentabilidad inicida en posteriores negociaciones. Hasta ahora, el precio de los derechos no ha hecho sino crecer. Veamos cómo influyen en el futuro las presentes circunstancias.

El turismo

El valor de otro sector en auge asociado al deporte, como es el turismo deportivo, tiene en realidad un peso indirecto en el deporte en sí: su importancia se debe a que las previsiones de visitantes permiten captar patrocinadores públicos y privados que serán quienes se aprovechen directamente del citado ‘retorno’. En este sentido, toda tardanza en la libertad global de movimientos será otro ‘debe’ que añadir a la factura. En el caso de los Juegos Olímpicos de Tokio se esperaba a más de medio millón de visitantes procedente, sobre todo, de Estados Unidos y Europa, dos zonas geográficas aún en plena crisis y en el caso de la primera, de desarrollo imprevisible. Esta libertad de movimientos es también de capital importancia para eventos del tipo de los torneos profesionales del tenis o las grandes vueltas ciclistas.

En resumen, y aún reconociendo que la crisis del coronavirus ha causado una situación sin precedentes al menos desde la II Guerra Mundial, el deporte profesional va a tener que hacer frente a una factura en la que van a contar tanto su expansión previa como el peso del monocultivo televisivo, pues con seguridad las cadenas tomarán nota de las consecuencias de esta crisis general en la que han pagado por unos espectáculos que ahora no pueden ofrecerse. Una crisis difícilmente previsible, pero evidentemente muy real. Cuando todo acabe la factura será muy cara.

Fuente: Marca

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